Año de

San José

 

SAN JOSÉ HOMBRE DE SILENCIO

A San José le encontramos en el Evangelio como el hombre que habla poco, pero que actúa diligentemente a responder a las circunstancias del tiempo que vivía.
José, aparentemente no hizo nada a los ojos de los hombres; todo lo hizo ante los ojos de Dios; vivió siempre envuelto en un religioso silencio, atento a los designios de la Voluntad de Dios. Un hombre discreto, casi desapercibido, pero pieza fundamental, para que se cumpliera la historia de la salvación del hombre.

Sus silencios tienen una trascendencia eterna. No sabemos lo que dijo, pero sí lo que hizo. E hizo pequeños gestos sencillos, pero al mismo tiempo heroico, como trabajar, sacar adelante a una familia, amar por encima de todo y, especialmente, pronunciar un sí silencioso, como el fiat que en alto proclamó María en la Anunciación.
Percibamos el silencio de José ante estas situaciones de la vida:

Al enterarse que María estaba en cinta…¡Acoge!

“Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto. Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María por esposa. (Mt 1,19.24).

Ante el agobio de no encontrar una posada…¡Improvisa!

José, que era descendiente del rey David, fue a Belén, la Ciudad de David, para inscribirse junto con María su esposa. Ella se encontraba encinta y, mientras estaban allí, se le cumplió el tiempo. Así que dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada. (Lc 2,6-7)

En la persecusión ce su familia…¡protege!

“Se levantó, todavía de noche, tomó al niño y a su madre y partió hacia Egipto, donde residió hasta la muerte de Herodes” (Mt 2,13-15).

Cuando pasa el peligro…¡Se establece!

“A la muerte de Herodes(…)Se levantó, tomó al niño y a su madre y se volvió a Israel” “Pero, al enterarse que Arquelao había sucedido a su padre Herodes como rey de Judea, tuvo miedo de ir allí. Y avisado en sueños, se retiró a la provincia de Galilea y se estableció en una población llamada Nazaret” (Mt 2,19-23).

Y así sucesivamente podemos pensar qué hizo José, cómo vivió en silencio y obediencia las situaciones de la vida: en la presentación del Niño Jesús, cuando Jesús se les pierde y lo encuentran en el Templo, en la vida y al trabajo ordinario de Nazareth, donde Jesús iba creciendo en edad, sabiduría y gracia…

Meditemos un momento

¿Cómo vivió José estos momentos? (Preguntémosle en silencio)
Leemos el punto cuatro “Padre en la acogida” de la carta pastoral “Patris Cordis” 

 

Reflexión

El Papa emérito, Benedicto XVI nos invita a mirar a San José desde su silencio en la vida:
“Dejémonos “contagiar” por el silencio de san José. Nos es muy necesario, en un mundo demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento. Un silencio gracias al cual san José, al unísono con María, guarda la palabra de Dios, conocida a través de las Sagradas Escrituras, confrontándola continuamente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración constante, oración de bendición del Señor, de adoración de su santísima voluntad y de confianza sin reservas en su providencia. No se exagera si se piensa que, precisamente de su “padre” José, Jesús aprendió, en el plano humano, la fuerte interioridad que es presupuesto de la auténtica justicia, la “justicia superior”, que él un día enseñará a sus discípulos (cf. Mt 5, 20).

Canto: El silencio de José

San José, Padre amado…
San José, Padre en la ternura “ “
San José, Padre en la obediencia
San José, Padre en la acogida
San José, Padre de la valentía creativa
San José, Padre trabajador
San José, Padre en la sombra

ruega por nosotros…

Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal.
Amén.