De lo que rebosa el corazón, habla la boca
Situación
Mahatma Gandhi nos dejó estas palabras.
“Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino”.
Resulta interesante considerar esta serie de acciones que finalmente influyen en nuestro modo de vivir y de pasar por este mundo. La palabra “cuidar”, que se repite constantemente, sería también sinónimo de velar o vigilar, es decir, estar atentos a lo que pensamos, decimos, y hacemos, todo ello suma en nuestros hábitos y costumbres del día a día.
Podemos preguntarnos:
¿Soy consciente de lo que genero con mis pensamientos?
¿Mis actos y mis costumbres son coherentes con lo que digo amar y creer?
¿Soy auténtico frente a Dios y con los que comparto la vida?
El Evangelio de este domingo, previo a la cuaresma, nos abre un tema radical y vital:
La prueba de autenticidad del discípulo, la coherencia entre lo que piensa y lo que vive.
Evangelio
Lc 6, 39-45
Les dijo también una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la paja que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la paja del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.
Reflexión
Llegamos al final del Sermón del Llano. Encontramos una serie de dichos o sentencias y sus correspondientes enseñanzas:
a) Ceguera y dirección (39b-40),
b) Viga propia y corrección a los otros (41-42) y
c) Árbol bueno y autenticidad (43-45).
Lucas muestra con este conjunto de sentencias, la instrucción que Jesús brinda a sus discípulos y seguidores.
Las palabras del Maestro eran vivas, con tal claridad que no permitía erróneas interpretaciones. En este caso, plantea la concordancia lógica de lo que se es por dentro y de lo que se expresa con los actos.
Por eso, habla de las buenas actitudes y de los buenos comportamientos que se gestan en el interior de la persona. Indudablemente nuestros comportamientos son fruto de lo que hay en nuestro corazón, porque es la sede de las virtudes y de los vicios.
La personalidad es el resultado de sumar carácter (temperamento y hábitos aprendidos) y conducta.
Ya sabemos que hábitos y carácter son modelables.
Por eso, Jesús da pautas para trabajarlos. Hacerlo es un compromiso para ser discípulos suyos.
Entonces nuestro compromiso es cuidar y vigilar nuestro corazón, aumentando las virtudes, por ejemplo: la bondad, la misericordia, el perdón, la apertura al diálogo y evitar los vicios como la envidia, el odio, el prejuicio, etc.
Lo que se gesta en nuestro corazón tiene consecuencias en todas las relaciones que establecemos: con nuestro entorno, con los otros, con Dios y con nosotros mismos. Somos relación, de esta armonía integral depende nuestra felicidad y nuestro buen vivir. La buena gestión de estas relaciones es parte de nuestra dignidad humana.
La encíclica Laudato Si’ nos dice: “El corazón es uno solo, y la misma miseria que lleva a maltratar a un animal no tarda en manifestarse en la relación con las demás personas. Todo ensañamiento con cualquier criatura «es contrario a la dignidad humana”. Por eso, estamos llamados a educarnos en una ecología integral que “también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento y del egoísmo” (LS 230).
En nuestra época en la que estamos hiper informados, corroboramos que la sola información no nos hace en automático mejores personas. Podemos tener un cúmulo de conocimientos y no hacer el bien que nos corresponde. Por ejemplo, ante el problema ecológico, la sola información ambiental no cambia nuestras prácticas consumistas y derrochadoras, es necesario educarnos, trabajar con paciencia hasta integrar nuevos hábitos más acordes con el cuidado de nuestro mundo y de toda vida humana.
Oración
Jesús, hazme instrumento de tu paz y de tu amor. Que mi vida auténtica sea una lámpara para irradiar tus enseñanzas sobre los buenos comportamientos en el cuidado de la Creación, y de la vida toda.
Crea en mí un corazón limpio, sin apariencias, lleno de ti, y de tus enseñanzas. Que mis actos sean expresión de la vida que siembras en mí a través de tu Palabra.
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Hna. Lic. Gladys de la Cruz HCJC – P. Dr. Saju George SVD