Año de

San José

 

SAN JOSÉ HOMBRE DE SILENCIO

En este contexto pascual, vamos a centrar la atención en la vida de José y cómo fue respondiendo al Proyecto de Dios en su vida, no sin antes pasar por momentos de oscuridad o “muertes” a proyectos personales, para abrirse a un horizonte más grande: ¡La Historia de Salvación!.

Tendremos como referencia los Siete Domingos de San José; se trata de una devoción en torno a la vida de este santo que se reflejan sus dolores y gozos. Fueron los franciscanos y dominicos los impulsores de esta devoción. Se trata de los siete domingos anteriores a su fiesta, el 19 de marzo.

Vamos a ir repasando cada dolor y gozo, en clave de Misterio Pascual, pensando en las “muertes” o renuncias que tuvo que hacer José para abrirse al Proyecto de Dios en su vida con generosidad y en el silencio de su vida sencilla.

Primer dolor y gozo: “No temas en recibir a María como esposa”

 “María estaba prometida a José y antes de vivir juntos resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, que era justo, no quería denunciarla y decidió separarse en secreto… (Mt 1,18-25)

Para José, debió ser muy desconcertante el embarazo de María. Y doblemente dolorosa, la decisión de dejarla en secreto. Pero el ángel que le habla en sueños, le infunde valor y confianza, ya que la Obra del Espíritu se manifestaba en sus proyectos personales y de matrimonio. “Con la obediencia superó su drama y salvó a María”. (Patris Corde)

Segundo dolor y gozo: “No había sitio para ellos en la posada”

En tiempos en que se promulgó el censo, José subió desde Galilea hasta Belén, para inscribirse con María su esposa que estaba encinta y mientras estaban en Belén, le llegó  el tiempo del parto” (Lc 2,1-7).

José debió de pasar un momento muy amargo, al ver a María que le llegó el tiempo del parto y no tener dónde pasar la noche. Pero la audacia de José hace convertir un comedero para animales, en la estancia más cálida y acogedora y la vida se manifestó siendo “testigo de la adoración de los pastores (cf. Lc 2,8-20) y de los Magos (cf. Mt 2,1-12), que representaban respectivamente el pueblo de Israel y los pueblos paganos”. (Patris Corde)

Tercer dolor y gozo: “La circuncisión del Niño Jesús”

“A los ocho días, cuando lo circuncidaron, le pusieron el nombre de Jesús, como lo había llamado el ángel, antes de la concepción” (Lc 2,21).

No es difícil imaginar solo a José con el Niño en el ritual propio del pueblo judío, a lo mejor con pena por ver llorar a Jesús, aunque la vida resurge al “resaltar que los padres de Jesús observaban todas las prescripciones de la ley: los ritos de la circuncisión de Jesús, de la purificación de María después del parto, de la presentación del primogénito a Dios” (Patris Corde).

Cuarto dolor y gozo: “Acoger la profecía de Simeón”

“Cuando se cumplió el tiempo de la purificación (…) llevaron al Niño a Jerusalén para presentarlo al Señor…”  (Lc 2, 22-35).

Se dice que la profecía de Simeón, señaló el dolor de María como una espada que atravesará su corazón. Eso mismo sucedía con José al escuchar semejante profecía de su hijo y Esposa… “José, junto a la madre, presentó el Niño al Señor y escuchó sorprendido la profecía que Simeón pronunció sobre Jesús y María” (Patris Corde).

Quinto dolor y gozo: “Huye a Egipto y protege a tu familia”

“Levántate, toma al niño y a su Madre y huye a Egipto (…) porque Herodes busca al niño para matarlo…” (Mt 2,13-18).

José se turba ante tal mandato pero obedece a su sueño y confía en Dios  “Ante el peligro inminente de Herodes, que quería matar al Niño, José fue alertado una vez más en un sueño para protegerlo, y en medio de la noche organizó la huida a Egipto”  (Patris Corde).

Sexto dolor y gozo: “Escuchar los miedos para cambiar la ruta”

“Cuando murió Herodes el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “Levántate, toma al niño y regresa a la tierra del Israel (…) pero al enterarse que Arquelao reinaba en Judea, tuvo miedo y se fue a vivir a Nazareth”  (Mt 2,19-23).

José a lo largo de su vida se dejó llevar por los sueños, pero también por el temor y el cuidar de su familia, (Tal como lo vemos en el reinado de Arquéalo), eso fue lo que le motivó a cambiar de ruta e ir a consolidar a su familia a un pueblo sencillo de Nazareth donde se dedicó a  “la Sagrada Familia, para hacer de ella un don total de sí mismo, de su vida, de su trabajo; al haber convertido su vocación humana de amor doméstico en la oblación sobrehumana de sí mismo, de su corazón y de toda capacidad en el amor puesto al servicio del Mesías nacido en su casa” (Patris Corde).

Séptimo dolor y gozo: “El niño perdido y encontrado en el Templo”

“El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría y contaba con la gracia de Dios”  (Lc 2, 40-52).

Ante la pérdida involuntaria de Jesús, pensando que venía en la caravana, el gozo se volvió angustia de no saber nada del niño y a la vez de confortar a María en esos momentos. Al encontrarlo, volvieron “a  la vida oculta de Nazaret, bajo la guía de José, Jesús aprendió a hacer la voluntad del Padre. Dicha voluntad se transformó en su alimento diario. Todos estos acontecimientos muestran que José «ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad; de este modo él coopera en la plenitud de los tiempos en el gran misterio de la redención” (Patris Corde).

Meditamos un momento

¿Con cuál de estos momentos me identifico con José?

“También a través de la angustia de José pasa la voluntad de Dios, su historia, su proyecto. Así, José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre una mirada más amplia”. (Patris Corde)

Rezo de los siete dolores y gozos de San José https://www.youtube.com/watch?v=p2cYrak2Rug

San José, Padre amado…
San José, Padre en la ternura “ “
San José, Padre en la obediencia
San José, Padre en la acogida
San José, Padre de la valentía creativa
San José, Padre trabajador
San José, Padre en la sombra

ruega por nosotros…

Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal.
Amén.