¡Prepara tu casa que viene el Señor!

María y José, continuamos nuestro caminar en este itinerario que nos prepara a la llegada de Jesús a nuestra historia, a nuestra vida. Pero esta preparación no queremos hacerlo de manera aislada, egoísta, sino contemplando la realidad en la cual Cristo se encarna hoy para dar vida, libertad y salvación.

Llena de esperanza y consuelo, a todos los que están heridos y agobiados por las experiencias de la violencia y libera todos los esclavizados por las drogas.

Amén.

«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; habitaban el oscuro país de la muerte, pero fueron iluminados. Tú los has bendecido y multiplicado, los has colmado de alegría. Es una fiesta ante ti como en un día de siega, es la alegría de los que reparten el botín. Pues el yugo que soportaban y la vara sobre sus espaldas, el látigo de su capataz, tú los quiebras como en el día de Madián. Los zapatos que hacían retumbar la tierra y los mantos manchados de sangre van a ser quemados: el fuego los devorará. Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; le ponen en el hombro el distintivo del rey y proclaman su nombre: «Consejero admirable, Dios fuerte, Padre que no muere, príncipe de la Paz»“ (Is 9, 1-5)

En la encíclica Fratelli Tutti, el Papa Francisco nos dice que vivimos una guerra a etapas, a pedazos (FT 25, 259) porque constatamos el aumento de la violencia a diferentes niveles, ámbitos y formas.

 Ante esta situación son muchos los afectados que buscan posada  de seguridad, de paz, de un lugar donde sentirse seguros y tranquilos , un lugar donde no corra riesgos la familia.

 Que el príncipe de la paz nos enseñe a descubrir cada día los que puede conducirnos a la paz.

Señor, consuela y sana las heridas de todas las víctimas del odio y de la guerra.  

Señor, concede la conversión a todos aquellos que esclavizan a sus hermanos a través del negocio o el consumo de las drogas.

Señor, acompaña y sostén a todos los artesanos de la paz, que sus esfuerzos no sean en vano y que experimente en sus vidas la paz anhelada.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Humildes peregrinos, Jesús María y José

Mi alma os doy y con ella mi corazón también.

Afuera

1. En el nombre del cielo, os pido posada,
pues no puede andar mi esposa amada.

2. Venimos rendidos desde Nazaret;
yo soy carpintero de nombre José.

3. Posada te pide, amado casero,
por solo una noche, la Reina del Cielo.

4. Mi esposa es María, es Reina del Cielo
y Madre va a ser del Divino Verbo.

5. Dios pague Señores, su gran caridad
y los colme el cielo de felicidad.

Adentro

1. Aquí no es mesón sigan adelante
yo no puedo abrir no sea algún tunante.

2. No me importa el nombre déjenme dormir
pues ya les he dicho que no voy a abrir.

3. Pues si es una reina quien lo solicita
¿cómo es que de noche anda tan solita?

4. ¿Eres tú, José? ¿ Tu esposa es María?
Entren peregrinos, no los conocía.

5. Dichosa la casa que alberga este día
a la Virgen Pura la hermosa María

Todos 

Entren Santos Peregrinos, Peregrinos,
reciban este rincón,
aunque es pobre la morada, la morada,
os la doy de corazón.

Cantemos con alegría, alegría
Todos al considerar,
Que Jesús, José y María
Nos vinieron hoy a honrar.

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