El papa Francisco nos ha pedido a los católicos que nos unamos este 2 de marzo, miércoles de ceniza, a la Jornada de oración y ayuno por la paz en Ucrania. Muchos creyentes nos hemos sumado con fe a esta propuesta.

Así, hemos iniciado la Cuaresma unidos al sufrimiento de un pueblo que enfrenta horas difíciles, de inimaginable sufrimiento. En su invitación, el Papa ha dicho: “Jesús nos ha enseñado que a la insensatez diabólica de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno”.

¿Qué me hacen pensar las palabras del Papa? En este contexto de violencia, ¿Cómo puedo darles un significado auténtico a las prácticas cuaresmales de la oración y el ayuno?

Sin duda, en esta Cuaresma 2022 la realidad nos pide una lúcida atención crítica a las encubiertas pretensiones de poder de los grupos responsables de la actual guerra y también de las inclinaciones personales. Controlar y someter a los otros es un camino de muerte. Jesús recorrió otro de vida, no exento de dificultades y tentaciones. El Evangelio de este Domingo nos lo presenta.

Lc 4, 1-13

Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre.

Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan». Jesús le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”». Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo». Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”». Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en lo alto del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra”». Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”». Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

El Evangelio de Lucas sitúa, al principio de la misión de Jesús, la experiencia de ser tentado por el diablo. También los Evangelios de Marcos y Mateo lo señalan. Dicha experiencia puede sintetizarse así: a tres sugerencias diabólicas tres negativas de Jesús. ¿Por qué figuran tres tentaciones? Porque las tres tentaciones son un compendio de todas las tentaciones humanas.

Éstas son las mismas que experimentaron los israelitas en el desierto, de las cuales no salieron victoriosos. Son las que también se nos presentan a lo largo de nuestra existencia. En su conjunto, las tres tentaciones tratan de desviar nuestra relación con Dios atrapándonos en los bienes y poderes temporales.

Así, tenemos que las tentaciones a las que más sucumbe el ser humano son las que tienen que ver con el acumular bienes materiales, aprovechar las posiciones sociales para buscar privilegios o considerar la riqueza como fin último de la existencia. Jesús nos invita a no dejarnos atrapar en ellas. Ante el hambre, nos enseña a no perder la alianza con Dios en nombre de la necesidad, como el justificar la obtención de bienes y dinero a través de la corrupción y de la injusticia. Frente a esta tendencia, el ejemplo de Jesús es no optar por los sobornos, y, con ello, por otros vicios que nos lleven a perder nuestra libertad y nuestra dignidad.

La cuaresma es un tiempo privilegiado para crecer en el espíritu y en solidaridad. El ayuno y la oración son los medios que tenemos para lograrlo. El ayuno habrá que situarlo bien, porque hay quien lo hace porque no tiene otra opción porque carece de alimentos. Y otros lo hacen por cuidado personal, a través de la dieta.

En el contexto cuaresmal el ayuno es un acto espiritual con una fuerte carga simbólica. Basta recordar lo que el profeta Isaías refiere: “Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos. Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor” (Is 58, 6-8). El ayuno implica decisión y autodisciplina, liberación del consumismo, del egoísmo, y de las falsas necesidades. “El ayuno no tiene sentido si no educa a la sobriedad y si no va acompañado de un deseo constante de autodisciplina” (Gandhi) y si no nos hace más comprometidos con quien lo necesita.

La tentación de “acumular” y del “consumir desmedido” causan enormes daños para las actuales y futuras generaciones y a la Creación entera de Dios. La encíclica Laudato Si’ nos dice: “La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo”. Ante esto, personalmente, ¿qué cambios de estilo de vida, de producción y de consumo me comprometo a vivir en esta Cuaresma?

“Oración por la paz y ayuno solidario con las víctimas de la guerra” son las propuestas para esta Cuaresma. Que tengamos la firme decisión de realizarlas.

Querido Padre de todos: unidos como hermanos te pedimos hoy por la paz en Ucrania, que sufre ya la barbarie de la guerra. Da luz a los que tienen el poder de frenar tanta violencia para que pongan el bien común por encima de sus intereses partidistas. Ten piedad de los más indefensos, de tantas vidas humanas inocentes. Que los más vulnerables sientan Tu abrazo a través de los sacerdotes, religiosas y laicos que forman la Iglesia en Ucrania. A estos, dales la fuerza y la gracia para ser consuelo y esperanza en estos momentos de tanta sinrazón y sufrimiento. María, Madre de Dios y Madre nuestra, Reina de la paz, intercede por Ucrania, por Europa y por el mundo entero. Amén
(Iglesia que sufre)