Sean misericordiosos, como su Padre 

Situación

En un sin número de ocasiones el Papa Francisco ha pedido a los fieles ser cristianos en serio y no tibios.

No ser ‘cristianos a mitad de camino’. No acomodarse en la convicción de no necesitar nada, de no hacer daño a nadie. Un cristianismo así, dice el Papa, ¡no sirve a nadie! ¡Qué fuertes y claras son sus palabras! Nos da para un autoexamen individual y comunitario. Por eso vamos a detenernos un momento para preguntarnos:
¿Al cristiano le basta evitar el mal o no causar problemas a los demás?, ¿por qué?
En nuestro contexto actual: ¿Qué respuestas radicales se esperan de los cristianos?
El Papa también ha dicho de no podemos ‘licuar la fe en Jesucristo’, no podemos ‘edulcorar o diluir el cristianismo’. Y es que hay exigencias evangélicas, como el perdón a los enemigos, muy difíciles de vivir. Este anuncio provocador y radical es el que nos lanza el Evangelio de este domingo.

Evangelio

Lc 6, 27-38

 

En cambio, a ustedes los que me escuchan les digo: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, oren por los que los calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Traten a los demás como quieran que ellos los traten. Pues, si amas a los que los aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacen bien sólo a los que les hacen bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestan a aquellos de los que esperan cobrar, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. Por el contrario, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada; será grande su recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso. No juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados; den, y se les dará: les verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midan se les medirá a ustedes».

Reflexión

Todas las enseñanzas de Jesús fueron las más revolucionarias de su tiempo. Entre ellas el amor al enemigo fue la novedad por excelencia. Existían muchas enseñanzas clásicas dadas por los sabios, maestros religiosos, etc. Pero el amor al enemigo nadie lo había enseñado porque no lo habían practicado, por tanto, no tenían la autoridad moral para hablar sobre el tema. Sin embargo, el amor a los enemigos fue un mandato propio y característico de la predicación de Jesús.

Jesús enseña a sus discípulos varias actitudes que, viviéndolas, les dará identidad propia a los suyos. El capítulo sexto del evangelio de San Lucas las resume como un compendio: “hagan el bien a los que los odian” (Lc 6, 27), “bendigan a los que los maldicen” (Lc 6,28), “oren por los que los calumnian” (Lc 6,28). A partir de estas prácticas necesarias, Jesús da un paso mucho más radical y revolucionario: No solamente hemos de evitar el mal, sino que estamos invitados a amar a los enemigos y a quienes nos persiguen de distintas maneras. Los evangelios mencionan el término “enemigos” en plural, por lo que se interpreta que la expresión no debe limitarse a algún enemigo personal, sino que abarca a todos, familiares, opositores, miembros de otras religiones, políticos, etc.

La propuesta de Jesús implica radicalidad, algunos la han considerado como una utopía ilusoria. Lo normal sería desear el mal a nuestros enemigos o a los que nos hacen daño. Sin embargo, el Evangelio habla de esta máxima exigencia que Jesús pide como algo propio del discipulado. Ciertamente, vivir el perdón y el amor a los enemigos no se da en automático, salvo admirables excepciones. Por lo general implica un proceso personal de sanación y búsqueda de justicia. Así también, el perdón es un regalo que debemos pedir siempre y alabar a Dios por ello. San Francisco de Asís, el santo de la ecología, el mismo que alabó a Dios por el hermano sol, por la hermana tierra y por todas las criaturas, también dijo: Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor.

El deseo de recibir y dar perdón, como lo decimos en la oración del Padre nuestro, nos insta a ampliar nuestros horizontes buscando la luz de la fe y de la razón, desde nuestras convicciones creyentes. En este sentido la más reciente encíclica “Fratelli Tutti” (Hermanos todos), sobre la fraternidad y la amistad social, es referencia elemental para que los cristianos transitemos por los apremiantes caminos de la fraternidad universal.

Este horizonte de amor radical del vivir cristiano se debe traducir en un estilo de vida fraterno, en donde nada ni nadie ha de quedar excluido. “Jesús nos recordó que tenemos a Dios como nuestro Padre común y que eso nos hace hermanos. El amor fraterno sólo puede ser gratuito, nunca puede ser un pago por lo que otro realice ni un anticipo por lo que esperamos que haga. Por eso, es posible amar a los enemigos. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el sol o las nubes, aunque no se sometan a nuestro control. Por eso podemos hablar de una fraternidad universal” (LS 228).

“El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día” (FT 11).

¿Me siento en esta dinámica de crecer en el amor, la justicia y la solidaridad? ¿Qué pasos me siento invitado/a a dar para practicar el perdón expresado por Jesús?

Oración

Jesús, maestro, no sólo nos dijiste que deberíamos amar a nuestros enemigos, sino que lo viviste hasta el extremo. En la cruz perdonaste a tus enemigos. Hoy reconocemos que ser tus discípulos no es broma, implica radicalidad y transformación.

Inspíranos caminos que nos comprometan a construirnos en un “nosotros” habitantes de la Casa Común (cfr. FT 17). En este hogar común compartimos y convivimos todos, amigos y enemigos, buenos y malos. Enséñanos a amar a todos.

 

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Hna. Lic. Gladys de la Cruz HCJC –  P. Dr.  Saju George SVD

 

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