Temor de Dios
El don de temor de Dios, nos hace temer apartarnos de Dios y apartarlo de nuestra vida.
Comparte tu tiempo con las personas que viven en soledad y escucha sus experiencias de Dios.


Dios de caminos abiertos
y corazones encendidos
Señor, Dios de caminos abiertos y corazones encendidos,
Tú que en Jesús nos mostraste el rostro de un amor sin fronteras,
enséñanos a mirar como Él miró,
a ver en el rostro del otro un lugar sagrado donde habitas y hablas.
Que no pasemos de largo ante el sufrimiento de quienes claman,
como aquella mujer sirofenicia que insistió hasta ser escuchada (Mc 7,24-30).
Danos la valentía de detenernos,
de escuchar las voces que el mundo silencia,
de reconocer en cada grito de dolor un eco de tu presencia.
Señor, rompe nuestras seguridades que nos ciegan,
despierta en nosotros una fe encarnada,
que no se conforme con palabras,
sino que se haga encuentro, diálogo y acogida.
Que nuestra vida no sea un refugio de comodidades,
sino un espacio abierto donde todos tengan un lugar.
Cuando el miedo nos lleve a evitar al otro,
cuando la indiferencia nos cierre los ojos,
haznos recordar que en cada herida humana Tú sigues pronunciando palabras de vida.
Que aprendamos a reconocerte en los rostros marcados por la historia,
en las lágrimas de los olvidados,
en la esperanza de los pequeños,
en la fe sencilla de quienes no tienen nada
y, aun así, confían en tu amor.
Señor, enséñanos a caminar con coherencia,
a entregar la vida sin reservas,
a ser luz para quienes buscan,
y compañía para quienes esperan.
Pepe Castillo, sj
PastoralSJ